Cuatro meses estuve en Alemania. Trabajábamos como si fuéramos a destajo. Se cobraba bien, pero no había día en que no me acordara de los míos, de mi pueblo y de mi España. No pudiendo aguantar más, nos venimos de Alemania yo y otros tres compañeros, entre ellos el novio de mi hermana, que tenía más ganas de venirse que yo. Nos vinimos en autobús. Yo me quedé en Barcelona porque mi padre, que tenía más ganas de verme a mí que yo a él, le plantó a mi madre la escusa de que se venía a Barcelona para ver a sus hermanos; eran seis los que tenía en Castellar del Vallés y Canurial; pero, en realidad, a quien quería ver era a su hijo Juan.
El importe de mi trabajo ya tenía destino; mi otra hermana, la menor, mi Isabel se casaba el año próximo, pero el gasto de la boda estaba cubierto. Se casó el día catorce de Marzo de 1.964. En mi casa quedamos mis padres y yo con la alegría de haber casado a mi hermana, y con la tristeza de que se había marchado de casa para siempre.
Yo empecé a calcular la situación económica de mi casa y el futuro que teníamos por delante mis padres y yo. Ese mismo año me tenía que incorporar al servicio militar y mis padres se quedaban solos durante dos años.
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