Después de dejar el bar, seguí trabajando en la construcción, pero iba yo solo y sin socios, hacía obras a particulares.
Me salió una obra para hacer en Yeste, provincia de Albacete, en una aldea llamada Jartos, era una obra de más de cien metros cuadrados y con dos plantas de altura, la acepté y la empecé.
Me hospedaba en Yeste, en la fonda Felipe, el dueño de la obra me pagaba la pensión y la comida, y un sueldo convenido entre los dos; los peones los ponía él. La obra la llevaba bien y a buen ritmo, se trabajaba fuerte pero a gusto. Los fines de semana me venía a mi casa, y los lunes temprano salía para estar a la hora de comenzar en el trabajo.
Mientras tanto, en Santomera estábamos haciendo reuniones entre algunos agricultores para formar una cooperativa del limón, para poder exportar al extranjero y cubrir parte del mercado nacional.
Nos reuníamos todos los sábados por la noche cerca de veinte personas, y en los primeros días de Mayo de 1.982 concretamos y aprobamos, por mayoría de trece personas a favor, que se fundara la cooperativa, y que se le pondría el nombre de EL LIMONAR DE SANTOMERA.
Se decidió el puesto de cada uno en la formacion del consejo rector, y a mí me tocó el de interventor de cuentas junto con otro más.
Me eligieron para el puesto de encargado general, el cual acepté con la condición de que mientras no terminara la obra que estaba haciendo en Yeste no empezaría en la cooperativa, y así lo aceptaron.
El día dos de Junio termino la obra de Yeste. El dueño me pagó y cargué toda la herramienta en un vehículo y me la traje para Murcia.
Allí terminaba otra etapa de mi vida, otra vez dejaba la construcción para dedicarme a otro oficio, el cual desconocía totalmente, aunque yo ya estaba acostumbrado a los cambios.
Este iba a ser un cambio muy importante, pues ya no se trataba sólo de mi casa ni de mi familia, se trataba de que se podían incorporar muchos socios a la cooperativa y de que había que emplear a mucha gente a trabajar, se trataba de muchas familias que podían vivir del trabajo que podía dar la cooperativa.
Me salió una obra para hacer en Yeste, provincia de Albacete, en una aldea llamada Jartos, era una obra de más de cien metros cuadrados y con dos plantas de altura, la acepté y la empecé.
Me hospedaba en Yeste, en la fonda Felipe, el dueño de la obra me pagaba la pensión y la comida, y un sueldo convenido entre los dos; los peones los ponía él. La obra la llevaba bien y a buen ritmo, se trabajaba fuerte pero a gusto. Los fines de semana me venía a mi casa, y los lunes temprano salía para estar a la hora de comenzar en el trabajo.
Mientras tanto, en Santomera estábamos haciendo reuniones entre algunos agricultores para formar una cooperativa del limón, para poder exportar al extranjero y cubrir parte del mercado nacional.
Nos reuníamos todos los sábados por la noche cerca de veinte personas, y en los primeros días de Mayo de 1.982 concretamos y aprobamos, por mayoría de trece personas a favor, que se fundara la cooperativa, y que se le pondría el nombre de EL LIMONAR DE SANTOMERA.
Se decidió el puesto de cada uno en la formacion del consejo rector, y a mí me tocó el de interventor de cuentas junto con otro más.
Me eligieron para el puesto de encargado general, el cual acepté con la condición de que mientras no terminara la obra que estaba haciendo en Yeste no empezaría en la cooperativa, y así lo aceptaron.
El día dos de Junio termino la obra de Yeste. El dueño me pagó y cargué toda la herramienta en un vehículo y me la traje para Murcia.
Allí terminaba otra etapa de mi vida, otra vez dejaba la construcción para dedicarme a otro oficio, el cual desconocía totalmente, aunque yo ya estaba acostumbrado a los cambios.
Este iba a ser un cambio muy importante, pues ya no se trataba sólo de mi casa ni de mi familia, se trataba de que se podían incorporar muchos socios a la cooperativa y de que había que emplear a mucha gente a trabajar, se trataba de muchas familias que podían vivir del trabajo que podía dar la cooperativa.
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