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domingo, 14 de febrero de 2010

UNA MILI LARGA


Mi servicio militar fue largo, pero se podía llevar bien; después de tres meses de instrucción juramos bandera, y, a continuación, a destinos. Me tocó quedarme en el cuartel tres meses más de repetidor, los cuales tres meses los pasé de asistente de un teniente de navío, o mejor dicho de su esposa, porque todos los trabajos que hacía eran domésticos, como por ejemplo, hacer los mandados a su mujer, limpiar la jaula del periquito, vestir y calzar a las tres niñas para mandarlas al colegio; por cierto, la mayor ya no era tan niña.
Como aquel trabajo me ponía a veces en ciertos apuros, hablé con mi superior y se lo dije; él lo comprendió y me dijo que aguantara los tres meses, y que, después, me buscaría un buen destino; y así fue.
Cumplidos los tres meses de asistente, fui destinado al ( C.I.A.F. ) Centro de Instrucción y Adiestramiento de la Flota. Los primeros tres meses después de hacerme unas pruebas los pasé como albañil de mantenimiento. Como en aquel puesto me aburría porque no se hacía casi nada, hablé con el sargento de oficios para que me pusiera en otro puesto que fuera mas activo. El sargento, que sabía toda mi trayectoria, me dijo: "¿qué pasa, Rubio, que te aburres, verdad?", yo le contesté "pues sí, mi sargento, aquí no tengo un puesto activo, que es lo que a mí me gusta para que se me pasen estos dos años lo más rapido posible".

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